me he regocijado en la seductora vulnerabilidad, aunque poco me importa, ya que esta adictiva autocompasión se ha convertido en una droga dura, que por más daño que provoque me ha regalado un cable conectado a la "realidad".
Soy como todos ustedes, pero aún así no me reconozca en el reflejo de los otros, no soy como nadie de cuantos he visto, sin embargo; la existencia del otro comprueba mi propia existencia. ¿Cuánto debo interectuar con los demás para saber que mi presencia es verídica?
No me siento parte de nada y soy parte de todo indirectamente.
Yo que he mirado con miedo hacia afuera,
ahora me encuentro mirando otro ejemplo distorsionado,
que de seguro imitare sin proponérmelo.
Yo que he sido una esclava en mi propio cuerpo,
y he incubado sentimientos malignos que han ramificado en malas acciones.
Ahora me encuentro escribiendo palabras sin significado aparente.
¡Qué raro son las cosas que al alma se le impregna!
Polvito, ojito, parpado.
boca, papelillo, tornasol.
tantas palabras al azar, tantas proyecciones al azar, que me demuestran que son más simbolismos sin resolver. Tantas veces trate de hablar, tantas veces quise expresarme, pero tenia la lengua necrosada, la mandibula oxidada, por eso opté por callar, y fue así como adquiri la incapacidad de expresar verbalmente mi mundo interior, me hice un estúpida, una hija bastarda sin padre, huerfana ya de Dios, vacia de toda superficial esperanza.
Queria decirte, que mi intento de fe no tapan los agujeros de mi consciencia, y que si utilizo algún adorno superificial para expresarme, es para proyectar de forma torpe las imágenes abstractas de mi inconsciente. En realidad, mi único cable a tierra es escribir, porque hablar ya no me sale. Ya que nunca podré organizar el caos de mi interior y reducirlo a frases que reflejen en parte lo que siento, mi boca es sólo un filtro de lo que pienso y siento. Mi consciencia es un mar que sólo puede sentir el reflejo del "otro", pero jamás, jamás podrá mirarse de frente, y cuando se mira de frente se pierde en si misma, se olvida del hombre, se olvida de Dios, y se genera mi Ausencia.
Sí, en realidad... Nada me satisface, no siento nada, y, por ende, nada me importa.